Mi universo en libros
Desde pequeña, los libros han sido mi universo infinito. En sus páginas encontré refugio, paz y un rincón donde siempre puedo ser yo misma. Leer no es solo un pasatiempo, es mi forma de habitar el mundo, de descubrirme y reencontrarme una y otra vez.


Los libros han sido mi rincón favorito del mundo: ese lugar donde todo es posible, donde las páginas se convierten en refugios y las palabras en abrazos. Leer es como viajar sin moverse, soñar con los ojos abiertos y encontrarse con uno mismo en cada historia.
El conocimiento, por su parte, es esa chispa que enciende la curiosidad, que nos abre la mente, nos da alas y también raíces. Es lo que nos ayuda a entender el mundo y a transformarlo, pasito a pasito, idea tras idea.
Para mí, los libros y el saber no son solo importantes… ¡son esenciales! Son magia pura, esa mezcla perfecta entre aventura, reflexión y descubrimiento. Porque cuando leemos, no solo aprendemos, también vivimos mil vidas en una.
Leer es vivir bonito. Y tener conocimientos, es vivir libre.




El primer libro que me enseñó a mirar con el corazón
Recuerdo con cariño que El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry, fue uno de los primeros libros que leí cuando era niña. Con su portada sencilla y dibujos delicados, parecía un cuento para dormir… pero pronto descubrí que escondía un universo lleno de preguntas profundas, enseñanzas y emociones.
La historia comienza con un piloto perdido en el desierto, que conoce a un pequeño príncipe venido de otro planeta. A través de sus conversaciones, el Principito nos cuenta sobre los personajes que ha conocido en su viaje por distintos asteroides: un rey, un vanidoso, un bebedor, un farolero, un geógrafo… Todos representan distintas formas de ser adultos, muchas veces absurdas o vacías.
Pero lo más hermoso está en los vínculos que el Principito forma: especialmente con su rosa, su zorrito, y con el propio narrador. Cada uno le deja una enseñanza, como aquella inolvidable frase:
“Lo esencial es invisible a los ojos.”
Hoy, años después, sigo encontrando en este clásico nuevas lecturas. Lo que de niña me pareció un cuento bonito, de adulta se convirtió en una reflexión sobre la amistad, el amor, la pérdida y lo que realmente importa en la vida.
El Principito no solo es un libro: es un compañero de viaje para toda la vida.